Parece que las nuevas
manifestaciones de la política, porque la política sigue siendo lo que siempre
ha sido, sustituyen los términos clásicos como objetivos, clases, estrategia,
táctica, propuestas, programas, etc..., por otros, entre los que destaca, sin
lugar a dudas, la ilusión y la imaginación.
Sera por ello, que en los últimos
días hemos oído reflexiones de este estilo “os imagináis en las próximas
elecciones, una sola papeleta donde estemos Juan Uralde, Beiras, Mónica Oltra,
Pablo Iglesias, yo (Garzón)… y la ciudadanía confluyendo y participando”, con
toda seguridad, siempre es más fácil imaginar que realizar un análisis concreto
de la realidad concreta, establecer conclusiones, fijar objetivos, diseñar
planes de trabajo, debatirlos, alcanzar consensos internos y desplegar la
actividad.
Pero aun aceptando
transitoriamente la idea de que se trata solo de imaginar, puestos a imaginar, prefiero
imaginarme un único programa político de izquierdas para las próximas
elecciones que fuese apoyado por Equo, Anova, Compromis, Podemos, Izquierda
Unida, organizaciones sociales y personas sin adscripción, aunque solo fuera
por el valor cualitativo y cuantitativo que las organizaciones tienen incluso por
encima de sus propios dirigentes y porque si bien necesitamos agrupar, se
tratara de agrupar en torno a propuestas y no solo entorno a personas.
Si además, estamos imaginando, el
programa tuviera por objetivo dar prioridad a los intereses de los
trabajadores, concretando una política económica que permita crear empleo
estable y de calidad, para lo que sería
necesario derogar las últimas reformas laborales y devolver a los trabajadores
sus derechos, aumentar el salario mínimo, reducir por ley la jornada de trabajo
y dar competencias a la negociación colectiva, entre otras muchas, al menos
estaríamos imaginando cosas concretas y útiles, de las de llevarse a la boca,
porque de ilusión no se vive, por muy importante que sea tener confianza en las
propias capacidades y voluntad de ganar.
Precisamente esto, el programa,
el elemento central de cualquier proceso de convergencia que se precie de
serlo, no está hoy encima del tablero y de momento, ni se le espera.
Así las cosas, no es de extrañar,
que la última encuesta del CIS arroje los resultados de todos conocidos. Sin
propuesta política concreta es difícil consolidar y aumentar apoyos. Y con una
percepción de retroceso todas las construcciones que se asientan en la ilusión
de ganar, en el ahora o nunca, se desmoronan.
Muchas personas que lo está
pasando mal, como consecuencia de la crisis, con un menor nivel de conciencia
política y que podrían ser votantes de las opciones de izquierda alternativa,
están siendo sistemáticamente bombardeada por los medios de comunicación con
dos ideas fuerza, la recuperación económica del PP y la misma recuperación pero
con tintes sociales del PSOE, necesitan un análisis que explique lo que está
pasando en la economía y como se puede salir de la crisis priorizando los
interés de los que buscan trabajo, de los que lo tienen de mala calidad y del
conjunto de los trabajadores, que han visto cómo sus salarios han retrocedido
como consecuencia de la pérdida de derechos.
Sin un verdadero relato, sin
propuestas y sin programa de izquierdas no será posible ni la convergencia ni
la alternativa. No deberíamos dejar pasar más tiempo sin abrir el debate del
programa político que necesitamos para que el actual estado de cosas pueda
cambiar.
Andrés Hidalgo
Andrés Hidalgo
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